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Fundamentos y guía paso a paso para facilitar el control de esfínter en niños y sacar pañales

El paso a paso para sacar pañales. Fundamentos y guía de apoyo.

El control de esfínteres es una destreza configurada en el ámbito de la autonomía a personal, indispensable para participar en los ambientes sociales y nuevas actividades. No obstante, el tiempo que los niños tardan en lograr el control de esfínteres es muy variable, siendo la edad media para conseguir estar seco durante el día y adquirir el control intestinal suele estar entre los 36 y los 48 meses, según distintos autores. Hay niños que a los 18 ó 20 meses ya lo han logrado y otros lo pueden conseguir más fácilmente cerca de los 5 años.

Por lo anterior, los márgenes son muy amplios y la variabilidad entre unos niños y otros es enorme.


Al final de esta guía, encontrarán un checklist con pre requisitos para que contribuyen a saber si es el momento indicado para sacar los pañales así como una tabla de registro de idas al baño.

Para comenzar, se debe tener en cuenta algunas consideraciones:

  1. Como requisitos previos mínimos, es recomendable que el niño sea capaz de desnudarse de cintura para abajo, obedecer órdenes sencillas, estar sentado cinco minutos y de permanecer seco en periodos espaciados al menos una hora y media (Bender y Valletutti, 1981, Gilman y col. 2002). Si no se cumplen, se deberá realizar un entrenamiento específico. Se recomienda también tener una “tapa sanitaria” para niños, de manera de otorgarle seguridad y facilitar que permanezca sentado.
  2. Por supuesto, la adquisición es más rápida si el niño ya identifica y avisa cuando tiene pipí o da muestras de sentirse mojado o sucio y pide expresamente cambiarse de pañal. En caso contrario, podemos previamente acostumbrar al niño a que se dé cuenta de que se ha hecho pipí o caca. Mediante juegos o gestos, se le ha de hacer consciente de que está sucio; por ejemplo, haciendo gestos ante él.
  3. Cuando den inicio al control de esfínter anticipen al niño que, durante el día, ahora usara calzoncillo/ calzón y que puede avisar cuando necesite ir al baño, que mamá/papá también lo acompañaran. Recuerden mantenerse en coordinación con el resto de las personas qu vivan en casa, profesoras en el jardín infantil y equipo terapéutico. !Sin duda es un trabajo en equipo!
  4. Organicen un esquema de horario del niño, en el que se establezca la hora en que ha de ir al baño. Para ello se ha de comprobar previamente el tiempo que puede permanecer seco y adelantarse al momento en que suele hacerlo. (desde media hora a hora y media suele ser un periodo razonable). Sería esperable aumentar progresiva pero rápidamente de una semana a otra los tiempos de permanecer seco. Se puede realizar un registro de cada cuanto tiempo suele hacer pipí.
  5. Entre 5 y 10 minutos antes de la hora en que acostumbra a mojarse o la hora acordada, pregúntenle si necesita ir al baño a hacer pipí. Invítenlo sin forzar a ir al baño cuando ya sea la hora. Se levantará de la taza del baño, posterior a estar sentado un máximo de 3 a 5 minutos. Si tarda mucho probablemente se deba a que hemos calculado mal el periodo de tiempo. Se le reforzará si responde adecuadamente (Candel y col., 1987)
  6. En el caso de los varones, intenten llevar a cabo el entrenamiento de pie, ya que favorece la autonomía y facilita la generalización de lo aprendido en otros contextos . Eviten llevar al niño cada 5 minutos o preguntarle frecuentemente si quiere ir al baño… confíen en que este entrenamiento será efectivo si somos consistentes con el pasar de los días
  7. Paulatinamente, una vez establecido el hábito, se irá prolongando el periodo de tiempo, acostumbrándole a que aumente la capacidad de la vejiga. Para aumentar el control consciente y mientras esté en el baño, se puede realizar un entrenamiento en que haga pipí y deje de hacerlo, como si de un juego se tratara, de forma que se fortalezca el esfínter y mejore en control inconsciente en otros momentos.
  8. Si bien, es bueno acostumbrar al niño a que sea él quien indique que quiere hacer pipí o caca, esto no suele ocurrir durante las primeras semanas o meses de controlado el esfínter. Para ello puede utilizar gestos, acciones, tarjetas (foto o pictograma del baño) o vocalizaciones específicas, que lo ayuden a visualizar la intención de querer hacer pipí.
  9. Refuercen en todos los casos la ida al baño, más allá de el haber hecho o no pipí en el baño. Se refuerza el esfuerzo del niño por llevar a cabo esa rutina, más que le resultado en sí mismo. Eviten usar pantallas durante la ida al baño. la compañía de un adulto, juegos o un buen libro de imágenes son suficientes.
  10. Los sistemas de premios basados en puntos (caritas felices por cada intento de ir al baño) o la entrega de refuerzos concretos, podría ser de motivación para este aprendizaje y según la familia lo estime conveniente. Los refuerzos, suelen hacerles más conscientes de lo que se espera de ellos. Es útil, por ejemplo, el sistema de stickers en el calendario (Ferrerós, 2003).
  11. Si sufre un “accidente” entre una y otra vez, se le acompañará sin demostrar molestia y se le explicará qué podría hacer en otra oportunidad o se le cambiará sin hacerle ningún comentario (retirada de atención). El niño puede colaborar cambiándose de ropa o llevando la ropa sucia al cesto correspondiente.
  12. Si él o ella se adelantan manifestando sus ganas de ir al baño se le acercará a este, elogiándole por haberlo pedido.

A partir de aquí el control estará prácticamente alcanzado.

Posteriormente y de modo paulatino deberá aprender a reconocer cuándo a de ir al baño, a esperar a evacuar en el momento y sitio adecuados, o a realizarlo de forma autónoma sin ningún tipo de control externo.

Seamos sistemáticos, pacientes y comprensivos
Para todos los casos, la constancia y la paciencia son requisitos imprescindibles de quien quiera comenzar un programa de entrenamiento en control de esfínteres pues, así como algunos niños en poco tiempo logran alcanzarlo, otros necesitan meses e incluso años para conseguirlo.

Si tras intentarlo una temporada (3 a 4 meses) de modo sistemático y en todos los contextos (casa, jardín infantil), no se logra el objetivo, lo recomendable es dejar el entrenamiento hasta que el niño alcance un mayor grado de maduración, volviendo a probar pasado un periodo de tiempo prudencial.

Algunas medidas complementarias pueden ayudar a alcanzar el dominio
Dar todo tipo de líquidos de modo espaciado en rangos de al menos 2 horas entre sí, para así facilitar la sensación de llenado de la vejiga y con esto la posibilidad de que el niño avise que quiere ir al baño. Es mejor dar más líquidos a diferentes horas que poco liquido muy seguido.


La verificación y control de la cantidad de líquidos que ingiere, se puede limitar por la noche para prevenir los escapes nocturnos (por ejemplo sustituyendo la leche por yogures) o aumentar por el día para facilitar la evacuación cuando nos interesa.

Si bien el proceso de sacar pañales de noche es diferente y por lo tanto se puede esperar hasta 6 meses después de haber sacado el pañal de día, en la noche, se pueden eliminar los líquidos a partir de determinada hora (por ejemplo, a las 8 de la tarde) y acostumbrarle a que vaya al baño antes de acostarse todos los días. Al despertar, lo primero que hará será ir al baño.

Se sugiere la eliminación total de pañal durante el día. Por lo que el niño debe contar con varias mudas de ropa si tiene que salir de la casa (paseos, jardín, terapias, etc). Si por “razones de fuerza mayor” durante un día no se puede realizar el control de esfínter, se sugiere cambiar el uso de pañal por lo “pull ups”.

Algunas medidas complementarias pueden ayudar a alcanzar el dominio
Si el niño es aún pequeño y no puede llegar a la taza del baño, hay adaptadores, bacinicas o urinarios para niños en tiendas, que pueden ser muy útiles.

La mejor época para comenzar el entrenamiento es el verano, cuando el niño puede estar durante el día con menos ropa e incluso en traje de baño y el buen tiempo hace que los efectos de los “accidentes” sobre su salud sean menos peligrosos. Sin embargo, si su grado de madurez lo permite, cualquier época puede ser adecuada.

Es conveniente poner en marchar en primer lugar los procesos de enseñanza durante el día y, una vez establecidos estos hábitos, pasar a los de noche. Por otro lado, la mayor frecuencia con que se presenta la función de orinar ofrece más oportunidades para la práctica y por eso es conveniente dedicarse a ella, antes de pasar a la enseñanza relativa al control de la defecación. (Gilman y col. 2002).

Deberá prestarse atención al lenguaje utilizado durante la enseñanza de estas habilidades. Por ej, no es conveniente emplear el concepto “sucio” al referirse a momentos en que el niño se ensucia, sino utilizar frases neutras como “tienes los pantalones mojados, cambiémoslos”. También se sugiere adoptar una terminología común entre las personas que participan en el entrenamiento, para referirse a los procesos de orinar y defecar.

!Esperamos esta guía sirva de apoyo a la maravillosa labor de educar!

No duden en contactarnos si tienen alguna consulta o necesitan nuevas sugerencias.